Liberación femenina

Liberación femenina ¡Qué cara nos ha salido!

Todas las mujeres, sin importar la edad, cuando repasamos nuestra posición social comparada con años atrás, nos sentimos orgullosas de lo que hemos conseguido.

Hoy vemos con asombro y alegría cómo una mujer dirige por primera vez uno de los principales e influyentes medios de comunicación del mundo como el periódico The New York Times. Vemos que más mujeres se integran a los puestos de poder de las empresas e instituciones del estado, que muchas ganan más dinero que su pareja masculina y pueden administrarlo, que se han empoderado de sus vidas y tienen capacidad y poder de decidir sobre ellas.

Pero, analizamos el escenario, nos damos cuenta que todo NO es color de rosa. Todas estas buenas noticias nos están pasando una factura difícil de pagar, porque tenemos más decisión, más poder, más libertad, pero con las mismas responsabilidades de siempre.

La mujer de hoy

Hoy día, la mujer tiene que ser productiva, profesional, mantenerse bella, joven y flaca para poder competir con las demás, pero sin descuidar el rol para el que fuimos criadas: ser buena madre, excelente esposa y amante. Todo esto a pesar del cansancio, del estrés, y de las presiones sociales que día a día tenemos que enfrentar.

La mujer actual ha tenido que sacrificarlo todo para dar la talla, y termina siendo solo la empresaria, o solo la esposa o solo la madre… olvidando a la mujer.

Estamos en la plena definición de un nuevo concepto de mujer que nosotras mismas estamos construyendo y que nos costará tiempo definir, mejorar y ajustar de acuerdo a nuestras capacidades humanas, porque muchas moriremos en el intento, por estrés, desgaste físico o por la depresión de no cumplir las metas que nos hemos impuesto.

La liberación femenina es buena y tenemos que seguir luchando por mejorar nuestra posición social, pero sin sacrificar nuestras propias capacidades como seres.

Debemos saber cómo competir sin perdernos en el trayecto, aprendiendo a asumir nuestros roles y a trabajar en equipo; sabiendo que somos diferentes y que esas diferencias hacen que el juego valga la pena jugarlo juntos.

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