Por fin fui con mi familia a ver la película Bohemian Rhapsody, y no puedo explicar lo buena que es. Una vez más confirmo que los genios son tan grandes, que su genialidad los aleja de la humanidad y por eso se suelen quedar solos o pierden la conexión con lo que nos hace humanos: las relaciones de afecto que construimos.
Freddie Mercury revela lo que vive un alma libre, una mente brillante, un rebelde en una familia que no lo acepta. Revela el costo emocional de no sentirte aprobado por tu familia, y específicamente por tu padre.
Freddie Mercury y sus excesos, sus riesgos, su egocentrismo, revela la búsqueda incansable de afecto, de esa aceptación que nunca sintió, de ese rechazo que deja un hambre eterna en el alma.
Freddie Mercury me recuerda una vez más el precio de alejarte de tus vínculos de protección, de creer que solo puedes contra todo y que la fama es la meta.
Definitivamente, Bohemian Rhapsody es una película sin desperdicio, donde aprendimos mucho y generó interesantísimos temas para analizar y reflexionar en familia.