Mi opinión sobre “The Sinner”

“The Sinner” me cautivó desde el primer episodio. La personalidad misteriosa y enigmática del detective, mezclada con la intuición que tiene para identificar la verdad, la pasión que pone en cada caso y la relación que crea con las víctimas para ayudarles, es una de las grandezas de la serie.

La serie nos recuerda la profundidad de crecer sin haber sanado las heridas de infancia; relata sin anestesia cómo un niño herido se traduce en un adulto roto que por más que quiera escapar de su duelo, el dolor se convierte en una bola de nieve que en muchos casos abre más la herida y rompe a quienes más ama.

Cada temporada muestra diferentes escenarios que cuentan realidades duras y dolorosas.

Me encantó comprobar cómo la salud mental de quienes crían sigue siendo lo más importante para construir adultos funcionales que no terminen convirtiéndose en el veneno que les aniquiló la infancia y la adolescencia.

The Sinner muestra la historia y la realidad que vive una persona que practica el sadomasoquismo y relata con manzanas el impacto del fanatismo religioso, lo enfermizo que puede llegar a ser y el poder que tiene para destruir a una familia.

La serie muestra el pantano en el que viven muchas familias “perfectas”, que viven tapando los errores que cometen sus hijos con tal de sostener la reputación social que mantiene la careta que los protege.

Los personajes de la serie tienen tanta personalidad, revelan tantos perfiles interesantes, tantos trastornos, tantas relaciones tóxicas, que me quedaba hasta la madrugada conectada con cada episodio tratando de entender.

Lo que más me gustó, fue lo fiel que era el detective a sus ideales, lo que sacrificó por obtener la verdad y cómo la verdad le rompió la coraza en la que vivía para encontrar finalmente su propia vulnerabilidad.

Disponible en Netflix

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