Nos programaron para embotellarnos discursos, para repetir y guardar información en el cerebro sin siquiera analizarla. Nos dijeron que cuanto más información almacenáramos mejores profesionales seríamos, pero eso cambió.
La era digital se encargó de que la información la tengamos disponible a un solo click, que no sea necesario almacenar tanto, que sea más importante saber qué información aprendemos para usarla en beneficio de una sociedad que grita por humanos que la conecten con su profesionalidad.
Humanos que lo definan sus acciones más que sus títulos; que se caractericen por su empatía, por su capacidad de construir mucho más que edificaciones, que dejen un legado porque se convierten en ese cambio que quieren ver en el mundo.
La tecnología y las aulas virtuales han cambiado la manera de aprender y de entender el mundo, por lo que el reto que tenemos para destacarnos es pulir los humanos que hay detrás de los profesionales, como el valor más caro en un mundo laboral que exige la capacidad de diferenciarnos del trabajo que hacen ls máquinas.
La sociedad de hoy necesita profesionales que sepan usar los contenidos para construir y para aportarle sentido a la vida de los demás.
Para eso, hay que aprender a desaprender y conectar los dones que todos tenemos, con la misión de dejar la sociedad mejor que como la encontramos.
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