Luis Miguel gordo

Lo que revela la foto de Luis Miguel gordo

Navegando por las redes, me encontré con uno de los tantos montajes fotográficos que están rompiendo récords en las redes y en los chats populares, porque casi todo el mundo los está compartiendo y burlándose del famoso cantante Luis Miguel por su supuesto sobrepeso.

Según confirmó el portal elmundo.es, el montaje lo hizo un fan incómodo que fue a uno de sus conciertos y se cansó de esperar al cantante por casi una hora, por lo que ésta fue su manera de desahogarse, algo que puedo entender hasta cierto punto.

Cuando vi la foto y leí todos los comentarios de personas que conozco, padres de niños pequeños, madres de adolescentes, mujeres y hombres, no pude evitar esa sensación de asco y de indignación que me da ver como la gente “adulta” se ríe y se burla de una persona por su peso o por cualquier otra característica física.

El acoso

En momentos como este, me pongo a pensar y a buscar una razón que justifique este fenómeno viral que hace que todo el mundo esté hablando de esta foto y concluyo que estamos en la era de la estupidez, todo lo que produzca risa, todo lo que involucre la superficialidad y el materialismo vende y factura, no importa el mensaje que lleve.

Mi conclusión toma más fuerza cuando veo que son adultos los que comentan y comparten la foto.

El acoso y las burlas se toleran y se podrían entender un poco más cuando se trata de niños, y hasta de adolescentes, porque están en un proceso de desarrollo de su personalidad, y en ese proceso hay muchas presiones. Sin embargo, ver a una persona adulta que se burla de otra es vergonzoso e indignante, por la razón que sea, y entonces me pregunto: ¿Cómo pretendemos disminuir los tantos casos de bullying, cuando nosotros somos los que le enseñamos a los niños y niñas a hacerlo?, ¿Cómo podemos evolucionar como sociedad cuando no vemos más allá del físico y seguimos valorando a las personas solo por su aspecto, por el dinero que tengan o por lo famoso que sean?

Mi experiencia

Cuando era niña siempre fui obesa, tenía 165 libras con 11 años y sé lo que se siente cuando se burlan de ti por tu peso.

Recuerdo que cuando se armaba una pelea en mi colegio, me buscaban a mi para que los separara; también recuerdo que los varones medían su fuerza haciendo un pulso conmigo.

También recuerdo que siempre me ponían a dieta y me levantaba en la madrugada a comer a escondidas o me subía en la azotea de la casa para que no me vieran, porque sufría estando a dieta. En aquel tiempo mi padre siempre me decía que tenía una cara preciosa, pero que era muy gorda, y eso no me ayudaba.

Todos esos recuerdos forman parte de mi niñez y son los que me enseñaron a comer sano y a mantener un estilo de vida saludable, que es el que me ha ayudado a estar en mi peso adecuado hoy. Pero también me enseñó lo que significa sentirme como una hormiga aún teniendo muchas libras de más, y que vivir en carne propia lo que puede llegar a hacer una crítica te hace entender mejor el efecto de tus palabras, y el daño que nos hacemos unos a otros, muchas veces sin darnos cuenta, porque nos crían para criticar, para ver defectos y resaltarlos, para mirar lo que le falta al vaso, no lo que tiene, y eso es totalmente inhumano y abusivo.

Lo que soy

Cuando me veo en el espejo y hago un recuento de todo lo que he tenido que luchar para amar lo que veo, me doy cuenta de que hubiese sido más fácil y menos traumático si las críticas hubiesen sido más equilibradas, pero como mi filosofía es no lamentarme por lo que pasó, sino aprender de ello, prefiero apostar a que algún día cambiaremos el modelo y evolucionaremos a un modelo más positivo, donde cada padre o madre le enseñe a sus hijos e hijas a ver lo bueno que tiene cada quien, lo que tiene para aportarle al mundo, no sólo su físico.

Mientras esto sucede, estoy enseñando a mis hijos a hacerlo, porque cada quien tiene la capacidad de cambiar al mundo, comenzando consigo mismo.

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