Televisión fantasía

El programa de televisión que me quitó el hambre

Sentada en la terraza de mi tía, conversando luego de almorzar, ella enciende el televisor mientras reposa la comida. Me llamó la atención el programa que veía, que por cierto es uno de los más populares de la televisión dominicana al medio día, por el contenido y el manejo sexista de los conductores.

Hablaban del talento de una joven que trabaja en un medio de comunicación dominicano, y quien puso el tema publicó una foto de ella en pantalla, lo que provocó una serie de comentarios sexuales y morbosos de todos los conductores, a tal punto que quien estaba intentando resaltar su talento, tuvo que callarse para seguir con otro tema porque no lo dejaban hablar.

Lo que más me sorprendió es que en el programa también hay mujeres, y verlas tan quietas presenciar cómo convierten a otra en una “muñeca inflable» con comentarios denigrantes y morbosos me da lastima, porque nos han educado para eso, para ser el sexo débil por estupidez, para exhibirnos y mostrar nuestro talento a través del cuerpo y lo que los hombres quieran hacer con él, porque no hemos aprendido a ser personas y darle más importancia a nuestro cerebro que a las medidas que tengan los senos, o los glúteos.

Lo que pienso

Precisamente, esa es una de las razones por la que soy muy selectiva con lo que veo y escucho en los medios de comunicación, porque lamentablemente la imagen de la mujer vive y se mantiene en el juego del maltrato y de la discriminación, porque suele usarse para vender o para subir ratings a través de su erotización, y no es justo.

Admito que hemos avanzado, que hemos logrado romper paradigmas sociales que nos esclavizaban y que aunque nos falta mucho, tenemos un gran camino ganado. Pero no puedo dejar de sentirme indignada porque tenga que luchar diariamente para que no confundan mi amabilidad con interés sexual; porque no importa como ande vestida siempre aparecen individuos que silban o hacen algún piropo indecente; porque en una conversación de trabajo con varones tengo que demostrar que soy mucho más que una vagina.

Como familias, tenemos la gran tarea de enseñar a nuestros hijos a pensar y sensibilizarlos en que puedan identificar esos contenidos y rechazarlos, porque no hay forma de desconectarlos de la sobre información deformada que reciben por todos los medios cada segundo, porque con los “adultos varones machos masculinos” que ya están formados, no hay mucho que hacer.

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